Después hemos cruzado a Brooklyn por su famoso puente, con unas vistas impresionantes (aunque esté en obras), para dar una vuelta por Brooklyn Heights donde hemos comprado tomates en un mercado callejero, comido un helado, jugado en los columpios y hemos visto el East River llegar hasta el océano vigilado por los grandes rascacielos de Manhattan.
Lo hemos pasado muy bien aunque hemos llegado a casa reventados...